El pasaje que consideraremos para este pequeño análisis de un tema tan importante, se encuenta en 1° de Reyes capítulo 22.
Dios había anunciado el juicio sobre el rey Acab (rey de Israel) debido a que se había apropiado de la viña de Nabot, por medio de homicidio (cap. 21:19)
Hubo 3 años de paz con los sirios. Un día Josafat visitó a Acab y este lo invita a recuperar una ciudad llamada Ramot de Galaad.
En Samaria había como 400 profetas falsos, estos pueden haber sido los que pertenecían al culto de la diosa Asera.
Todos esos profetas anunciaban lo mismo, que el rey Acab fuera a la guerra porque vencería a los sirios.
Josafat, siendo más temeroso de Dios y teniendo algo de discernimiento, quiso asegurarse y pidió consultar a un profeta de Dios.
El rey Acab sabía que había un verdadero profeta, que le decía la verdad, la cual era dura y por eso no la quería oír, como dicen, la verdad duele.
Este profeta llamado Micaías declaró la verdad, aunque el enviado del rey, le recomendó dar buenos augurios como todos los otros, como un verdadero profeta este varón, dijo: Lo que Jehová me dijere, eso hablaré.
Lo que Dios había mostrado a Micaías es que El había permitido un espíritu de mentira, que a través de los falsos profetas, indujera a Acab a ir a pelear con los sirios y así muriera.
A pesar de esto, el rey Acab, de todas formas, se disfrazó y fue a la batalla, y cuando estaba en el campo un hombre tiró una flecha a la suerte, y esa flecha hirió a Acab. Así se cumplió la palabra de Dios.
Cuando Dios anuncia un acontecimiento, El sabe lo que ocurrirá y además, tiene poder para cumplir lo que anuncia.
También como hijos de Dios debemos procurar declarar su Palabra como él la ha revelado, sin importar las consecuencias, así Dios será glorificado y nunca permitirá más de lo que podamos soportar.
Amén.