"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido."
Apocalipsis cap. 2, vers. 4-5.
Obviamente es la primera emoción cuando conocimos al Señor, cuando se nos revela el gran amor de Dios y nos rendimos a él, le damos nuestro corazón, le dedicamos nuestro tiempo, etc.
Esta actitud no debe descuidarse, podemos tener muchas cosas en nuestra vida, pero ninguna de ellas debe ser más importante que nuestra relación con Dios.
A diferencia de Dios, cualquier actividad o persona que reciba el amor que le corresponde a Dios, nos defraudará en algún momento, porque nosotros somos muy egoístas, y nuestro amor es imperfecto, luego si nos fallan, nos critican o nos ofenden, muy rápido nos enojamos, nos dolimos, etc. y la amargura puede entrar fácilmente en nuestro corazón.
En cambio si le damos nuestro amor a Dios, él lo recibirá y nos derramará más su Amor, su fe, su paz, su fuerza, su libertad, etc. Estos frutos del Espíritu, serán más que suficientes para poder expresar correctamente nuestras emociones a los demás, sin egoísmo, sin esperar recibir nada a cambio y también sin dañar nuestra propias emociones.
Dios ordenará nuestra vida para poder desarrollarnos como él quiere, pero tenemos que andar cada día con él, orando, leyendo su palabra, cantándole, ayunando (santificándonos), predicando a otros de Cristo, etc.
Amén.
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