domingo, 4 de julio de 2021

Enséñanos a orar.



S. Lucas 11:1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.

Es para mí una gran responsabilidad poder compartir en este artículo un tema tan importante como la oración. Esto lo podemos ver en el texto que encabeza este artículo, que fue una inquietud que surgió en los discípulos al ver de qué forma el Señor Jesucristo se dedicaba a la oración.

 La oración en palabras sencillas es hablar con Dios.

Desde el Génesis podemos ver hombres que comenzaron a clamar a Dios, a invocar su nombre (Génesis 4:26)

Y esta fue la forma que Dios quiso dejarnos a los seres humanos para poder comunicarnos con él.

La oración por lo tanto es la actividad espiritual más importante que el hombre puede realizar, porque al orar se pone en contacto con el creador de todas las cosas, El Ser más importante de todos (salmo 24; Apocalipsis 4).

Dios tiene la capacidad de entender cualquier idioma, cualquier intención, cualquier pensamiento y más aún él conoce lo que vamos a decir antes que salgan palabras de nuestra boca (salmo 139, Mateo 6)

A continuación analizaremos brevemente algunos principios importantes sobre la oración.

1. Con Fe.

Este punto es esencial para los que de verdad quieren tener grandes respuestas a través de la oración. La oración será el medidor de tu fe, si tienes poca fe orarás poco, si tu fe es grande y esperas grandes cosas de Dios, orarás más (Hebreos 11:6, 1 Crónicas 4:9-10).

2. En la voluntad de Dios.

Dios puede y quiere darnos lo que necesitamos para vivir y aquellas cosas para el desarrollo de su voluntad. Pero en la medida que entendamos bien esto, es posible que en alguna oportunidad pidamos algo que no esté bien, o sea, que Dios nos de a entender que no es su voluntad. En la Palabra de Dios hay muchos ejemplos que podemos tomar en cuenta. Por ejemplo Dios quiere que pidamos sabiduría (Santiago 1). Pero si apartamos nuestro corazón de las cosas espirituales y buenas, podemos pedir algo perjudicial para nosotros (Santiago 4:3).

3. Oración y ayuno.

La oración es una actividad espiritual, y por lo tanto un campo de batalla espiritual. Para fortalecer la oración, será necesario también en ocasiones ayunar, siempre pidiendo la dirección o revelación de Dios, o sea, que él nos indique claramente cuando ayunar (Hechos 13). Puede venir de un deseo o sentir, sueño o profecía.

4. Sacrificio y perseverancia.

Con sacrificio me quiero referir a dedicar tiempo a la oración, esto implica dejar otras cosas que nos gustan o la comodidad, como dormir demasiado. Es bueno madrugar a orar (salmo 63), así podremos dedicar más tiempo a orar y empezaremos el día muy fortalecidos espiritualmente, porque nos mantenemos vigilantes y despiertos espiritualmente. Esto debe ser constante, por lo tanto debemos perseverar en las peticiones que tenemos, diariamente hasta recibir respuesta de parte de Dios (Lucas 18).

5. Escudriñando la Biblia.

La Biblia es nuestro manual espiritual, ahí están las verdades y ejemplos perfectos para nuestro crecimiento espiritual. Hay muchísimos testimonios de oración, y en diferentes circunstancias que se repiten en cada persona de una u otra manera. Muchos descuidan este punto, por eso les falta fe y conocimiento en la vida espiritual (Óseas 4:6).

Si alguien quiere profundizar en este poderoso asunto de la oración, le recomiendo leer los libros, el cristiano de rodillas (anónimo) o la ciencia de la oración ( Yiye Ávila). El primero resalta las promesas firmes de Dios para los que Oran y el segundo entrega una visión práctica y panorámica de lo que encierra la vida de oración conforme a la Biblia.

Que el Espíritu Santo te dirija y te revele todo lo necesario para tu vida y puedas orar como Dios quiere y así tener gran gozo y victoria en tu vida cristiana.

Amén.

Citas :

Santiago 5:16-17 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.

Génesis 32:24,26,28 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

S. Mateo 26:38-42 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

1 Corintios 10:5-6,11 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.

Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.

Daniel 6:10

Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.

Daniel 10:12-13

Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.

Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

2 Reyes 20:5-11 Vuelve y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.

Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.

Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó.

Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día?

Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados?

Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados.

Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.



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